Si hay algo que ha hecho mundialmente conocida a la ciudad de Buñol, sin duda esto es la Tomatina. Cada último miércoles de agosto, la localidad recibe miles de personas procedentes de todo el mundo, incluidos países tan lejanos como Australia o los Estados Unidos. Pero la capital de La Hoya de Buñol es mucho más que lanzarse tomates un día de verano, así que vamos a conocerla un poco mejor.
El Castillo de Buñol
Empezamos nuestro recorrido por el Castillo de Buñol, uno de los 25 monumentos imprescindibles de la provincia de Valencia. Se trata de una fortaleza construida entre los siglos XI y XII sobre los restos de un asentamiento islámico. Cuenta con dos recintos entre la fosa del río de Buñol y el barranco de Borrunes, y como todos los castillos de la época tiene unos puentes que permiten superar los fosos que separan las dos construcciones.
Durante décadas, la zona del Castillo de Buñol fue la frontera entre el Reino de Valencia y Castilla, por lo que ha vivido entre su paredes algunos de lo momentos bélicos más destacados de la historia valenciana. Su posición estratégica sobre un cerro también ha contribuido a que haya sido atacado en numerosas ocasiones.
El recinto de la parte norte es el que se destinaba a uso militar, y en el de la parte sur se encontraban las instalaciones señoriales del Castillo. Aún se conserva la sala del Oscurico del antiguo palacio gótico, además de restos del Palacio Condal que se restauró hace unos años y la Iglesia del Salvador. Entre las dos dependencias encontraremos la Torre del Homenaje, a la que solo se podía acceder desde el Palacio Condal.
Antes de abandonar el Castillo podemos pasarnos por el Museo Arqueológico Municipal, ubicado en lo que casi con toda seguridad primero funcionó como mezquita árabe, más tarde como Iglesia del Salvador y, finalmente, Panteón de los Condes de Buñol. En el Museo podremos descubrir restos que proceden de todas las culturas que habitaron Buñol en la antigüedad.
El Barrio del Castillo
Salimos del Castillo de Buñol y bajamos por la empinada calle del Castillo dejando atrás La Tórreta hasta llegar a la calle Mallorquines, nuestra segunda parada. Estamos en pleno casco histórico de la ciudad, y nos encontraremos con unas viviendas que comenzaron a construir las familias buñolenses durante el siglo XIX. Algunas desaparecieron y otras están abandonadas, aunque siguen quedando unas cuantas habitadas.
Una de las mejores cosas que podemos hacer es perdernos por el medieval Barrio del Castillo buñolense. Nos encontraremos con un entramado de casas de fachadas blancas y calles estrechas amontonadas en torno a las murallas de la ciudad, construidas a partir del siglo XIII, cuando los primeros cristianos llegaron a la ciudad de la mano del rey Jaume I. Eso si, el barrio está lleno de cuestas que son compensadas por las zonas ajardinadas.
Iglesia de San Pedro
Nos encontramos ahora frente a la Iglesia Parroquial San Pedro Apóstol, situada en la Plaza del Pueblo. La Iglesia data del segundo tercio del siglo XVIII, y lo primero que llama la atención son la torre campanario y la fachada enlucida que se abre a la portada configurada en torno a unas pilastras corintias y unas columnas exentas que aguantan el frontón. Las gotas y florones que rematan el conjunto lo enriquecen todavía más.
Del interior de la Iglesia destacar que la sacristía y una capilla dedicada a la Virgen de los Desamparados flanquean el presbiterio. Tampoco nos podemos perder la capilla de la Comunión, en el tercer tramo junto al Evangelio. En el interior, la decoración sigue la estética clasicista de finales del siglo XVIII; y no debemos dejar de apreciar las interesantes esculturas y pinturas de la época que guardan sus paredes.
La Suiza valenciana
Una de las características de Buñol es la gran cantidad de parques y jardines que nos encontraremos en nuestro recorrido por la ciudad, algo que hace que también sea conocida como “la Suiza Valenciana”. Salvando las distancias con el país alpino, la verdad es que parques como el del Planell, la Violeta o Uríos y las plazas de San Luis y Ventas son un lugar ideal para descansar en nuestro recorrido por Buñol.
La mejor forma de llegar a Buñol por carretera es por la autovía A-III, que une Valencia y Madrid. Pasaremos por el famoso Portillo de Buñol, y a un lado de la carretera nos encontraremos con las ruinas de la Torre de telegrafía óptica de Buñol, de mediados del siglo XIX.
Y acabamos, cómo no, hablando de la Tomatina. Aunque lo divertido es participar, también podemos acercarnos a Buñol a ver este espectáculo, lo único es que no os garantizamos que no acabéis llenos de tomate. Es el plato fuerte de las fiestas de Buñol y se celebra de 11 a 12 de la mañana en el recinto de la Plaza del Pueblo.
Más información y foto 3: Ayuntamiento de Buñol
Fotos / JFCSvalencia – B25es