Hoy nos calzamos las botas de montaña, preparamos la mochila y nos vamos de excursión al Monasterio de La Murta, en Alzira. Aunque el Valle de la Murta es conocido principalmente por las excursiones que se pueden hacer rodeados por la naturaleza, nosotros nos vamos a centrar en su monasterio, uno de los elementos más desconocidos para el público en general y al que llegar no es fácil si no conocemos la zona.
Nos dirigimos en coche a Alzira y seguimos las indicaciones hacia La Murta que nos llevan hasta una urbanización. Allí desaparecen los carteles, así que si no conocemos el camino lo mejor es preguntar para no perdernos. Hay que seguir una carretera estrecha y tortuosa, que nos conducirá hasta un gran parking donde dejaremos el coche y pasaremos por la caseta de control, donde encontraremos información sobre la visita.
Entre el parking y el Monasterio de la Murta hay algo menos de dos kilómetros, así que en 10 o 15 minutos habremos llegado a nuestro destino. Se trata de un recorrido rodeados por un paisaje verde, que nos traslada a los grandes valles del Cantábrico o los Pirineos en lugar de las montañas frente al Mediterráneo. El recorrido es por una pista forestal en buen estado, por lo que toda la familia puede participar en la excursión.
Llegamos ya al Monasterio de Santa María de la Murta, cuyas obras empezaron en 1357 y se reemprendieron en 1401. Durante siglos este monasterio del orden de los jerónimos fue un lugar de peregrinación, al que acudieron personalidades históricas como el rey Felipe II el Prudente, además de aristócratas -la poderosa familia Vich contribuyó a su desarrollo- y eclesiásticos.
A lo largo de los años sufrió modificaciones y reconstrucciones artísticas y arquitectónicas, pero su mayor golpe lo recibió en el siglo XIX tras su desamortización en 1835 y la exclaustración. A partir de entonces, el monasterio empezó a degradarse hasta quedar solo las ruinas, de las que todavía destacan elementos como los arcos de medio punto en el interior, su portada barroca o la pila bautismal que data del siglo XIII.
Pero lo más destacado es la gran torre que se levanta junto a la iglesia, que se conserva mucho mejor que el resto de estancias del monasterio. Su origen se estima entre los siglos XV y XVI, y servía para defender el Monasterio. En el entorno del monasterio hay una casona ajardinada del siglo XIX, una almazara, un nevero, balsas, una ermita rupestre e incluso un acueducto.
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Foto: Alzireny en Wikipedia