Al norte de la provincia, cerca del paraje de la Sierra Calderona, se encuentra el municipio de Alcublas. Un acogedor pueblo con unos 800 habitantes pero con un patrimonio histórico y cultural que merece nuestra atención. Hoy nos centraremos en las edificaciones de ingeniería civil, los cuales comprenden el ventisquero, el aeródromo de la Guerra Civil y los protagonistas de este artículo: los molinos de viento del S. XVII.
Estas grandes construcciones denominadas los Molinos Alcublanos se utilizaron hasta finales del siglo XX para moler el trigo, por lo que también se llamaban molinos harineros, y los encontramos ubicados en la cima de una colina. Hoy en día han dejado de ejercer esta función, pero en cambio se han convertido en los miradores con más encanto de todo el municipio, transformación que ya hemos visto en otras edificaciones históricas como las Torres de Guaita. Llegar hasta este rincón sólo os llevará unos 15 minutos desde el centro de Alcublas, desde donde ya se divisan estos 2 molinos que son símbolo de la localidad por su gran valor patrimonial.
El tipo de arquitectura los enmarca dentro del estilo de molino mediterráneo, que se corresponde con una construcción de mampostería cilíndrica, de elevada altura y rematada con forma de cono. Desde esta parte más alta salían las aspas que movía el viento, poniendo en marcha así todo el engranaje interior con el que se obtenía la harina molida. Este sistema de ingeniería se distribuía en 3 plantas. La superior albergaba las denominadas ‘piedras de moler’ y la maquinaria, por lo que se trata de la estancia principal del edificio, denominada ‘sala de moler‘. Una escalera comunicaba este nivel y el inferior con el intermedio, que se distinguía por un gran ventanal ubicado sobre la puerta de acceso. En esta planta se limpiaba el grano y se almacenaban las herramientas de trabajo, mientras que en la parte baja se guardaban las mulas y tenía lugar el proceso de ensacado de la harina.
El molinero era el encargado de llevar a cabo estas funciones, un trabajo de gran importancia en la época, pues con él se conseguía abastecer de alimento a la población rápidamente, llegando incluso a los 1.000 kilogramos por día. No obstante, la producción estaba condicionada a la cantidad de cereal y, lógicamente, a la existencia de viento, que debía ser uniforme, continuo y sin grandes ráfagas para reunir las condiciones óptimas de trabajo. Sin duda, estamos ante un ejemplo de ingeniería civil y de energía sostenible que tanto escuchamos en la actualidad.
Fuente y foto / Ayuntamiento de Alcublas